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ECLESIASTÉS
1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey de Israel.
2) Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
3) ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?
4) Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.
5) Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.
6) El viento tira hacia el sur, y rodea el norte; va girando de continuo, y sus a giros vuelve el viento.
7) Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.
8) Todas la cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.
9) ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.
10) ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.
11) No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.
12) Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.
13) Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él.
14) Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.
15) Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.
16) Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.
17) Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu.
18) Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.
#2 Dije yo a mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto es también vanidad.
2) A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?
3) Propuse a mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida.
4) Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas;
5) me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto.
6) Me hice estanque de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles.
7) Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.
8) Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música.
9) Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría.
10) No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena.
11) Miré luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.
12) Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos de la necedad; porque ¿qué podre hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho.
13) Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas.
14) El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro.
15) Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad.
16) Pero ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio.
17) Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.
18) Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí.
19) Y ¿quién si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.
20) Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría.
21) ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande.
22) Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?
23) Porque todos sus días no son sin dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.
24) No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.
25) Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo?
26) Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo, mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
#3 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
2) Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
3) tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
4) tiempo de llorara, y tiempo de reir; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
5) tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;
6) tiempo de buscar, y tiempo de de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
7) tiempo de romper, tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
8) tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
9) ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?
10) Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.
11) Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos; sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
12) Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida;
13) y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.
14) He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.
15) Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.
16) Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad.
17) Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace.
18) Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias.
19) Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.
20) Todo va al mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.
21) ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?
22) Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?
#4 Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador.
2) Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía.
3) Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen.
4) He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
5) El necio cruza sus manos y come su misma carne.
6) Más vale un puño lleno de descanso, que ambos puños llenos de trabajo y aflicción de espíritu.
7) Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol.
8) Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.
9) Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.
10) Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡Ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.
11) También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?
12) Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.
13) Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos;
14) porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre.
15) Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél.
16) No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos con él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.
#5 Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal.
2) No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tu palabras.
3) Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de palabras la voz del necio.
4) Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.
5) Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.
6) No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?
7) Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; más tú, teme a Dios.
8) Si opresión de pobres y perversión de derecho y justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos.
9) Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está sujeto a los campos.
10) El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.
11) Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?
12) Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero el rico no le deja dormir la abundancia.
13) Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal;
14) las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano.
15) Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.
16) Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano?
17) Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y dolor y miseria.
18) He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte.
19) Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios.
20 Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón.
#6 Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres:
2) El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo que disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso.
3) Aunque el hombre engendrase cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él.
4) Porque éste en vano viene, y a las tinieblas va, y con las tinieblas su nombre es cubierto.
5) Además, no ha visto el sol, ni lo ha conocido; más reposo tiene éste que aquél.
6) Porque si aquél viviere mil años dos veces, sin gustar del bien, ¿no van todos al mismo lugar?
7) Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo no se sacia.
8) Porque ¿qué más tiene el sabio que el necio? ¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los vivos?
9) Más vale vista de ojos que deseo que pasa. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu.
10) Respecto de los que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso que él.
11) Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre?
12) Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?
7 Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento.
2) Mejor es ir a la casa de luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.
3) Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón.
4) El corazón de los sabios está en la casa de luto; mas el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría.
5) Mejor es oír la represión del sabio que la canción de los necios.
6) Porque la risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también esto es vanidad.
7) Ciertamente la opresión hace entontecer al sabio, y la dádivas corrompen el corazón.
8) Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu.
9) No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios.
10) Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría.
11) Buena es la ciencia con herencia, y provechosa para los que ven el sol.
12) Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; más la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores.
13) Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció?
14) En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.
15) Todo esto he visto en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días.
16) No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrá de destruirte?
17) No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tiempo?
18) Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo.
19) La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos que ya en la ciudad.
20) Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.
21) Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti;
22) porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces.
23) Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo: Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de mí.
24) Lejos está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién lo hallará?
25) Me volví y fijé mi corazón para saber y examinar e inquirir la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de la insensatez y el desvarío del error.
26) Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en ella preso.
27) He aquí que esto he Hallado, dice el Predicador, pensando las cosas una por una para hallar la razón;
28) lo que aún busca mi alma, y lo encuentra: un hombre entre mil he hallado, pero mujer entre todas éstas nunca hallé.
29) He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones.
#8 ¿Quién como el sabio? ¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas? La sabiduría del hombre ilumina el rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará.
2) Te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento de Dios.
3) No te apresures de irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque é hará todo los que quiere.
4) Pues la palabra del rey es como potestad, ¿y quién le dirá : ¿Qué haces?
5) El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio.
6) Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el mal del hombre es grande sobre él;
7) pues no sabe lo que ha de ser; y el cuándo haya de ser, ¿quién se lo enseñará?
8) No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee.
9) Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que debajo del sol se hace; hay tiempo en que s enseñorea del hombre para mal suyo.
10) Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honra; mas los que frecuentaban el lugar santo fueron luego puesto en olvido en la ciudad donde habían actuado con rectitud. Esto también es vanidad.
11) Por cuanto nos se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal.
12) Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia;
13) y que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no teme delante de la presencia de Dios.
14) Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad.
15) Por tanto, alabe yo la alegría; que no tiene el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le concede debajo del sol.
16) Yo, pues, dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y a ver la faena que se hace sobre la tierra (porque hay quien ni de noche ni de día ve sueño en sus ojos);
17) y he visto todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace; por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá alcanzarla.
#9 Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no lo saben los obres; todo está delante de ellos.
2) Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento.
3) Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo acontece a todos, y también que corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los muertos.
4) Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.
5) Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.
6) También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.
7) Anda y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios.
8) En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza.
9) Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con te afanas debajo del sol.
10) Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.
11) Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontece a todos.
12) Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se enredan en el lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.
13) También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me parece grande:
14) una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la asedia y levanta contra ella grandes baluartes:
15) y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra a la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel hombre pobre.
16) Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras.
17) Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que el clamor del señor entre los necios.
18) Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien.
#10 Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable.
2) El corazón del sabio está a su mano derecha, mas el corazón del necio a su mano izquierda.
3) Y aun cuando va el necio por el camino, le falta cordura, y va diciendo a todos que es un necio.
4) Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas.
5) Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del príncipe:
6) la necedad está colocada a grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo.
7) Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra.
8) El que hiciera hoyo caerá en él; y al que aportillare vallado, se morderá la serpiente.
9) El que corta piedras se hiere con ellas, el que parte leña, en ello peligra.
10) Si se me embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es provechosa para dirigir.
11) Si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve el encantador.
12) Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina.
13) El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo desvarío.
14) El necio multiplica palabras, aunque no sabe nadie lo que ha de ser; ¿y quién le hará saber lo que después de él será?
15) El trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde ir a la ciudad.
16) ¡Hay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana!
17) ¡Bienaventurada, tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para beber!
18) Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de las manos se llueve la casa.
19) Por el placer se hace el banquete, y el vino alegra a los vivos; y el dinero sirve para todo.
20) Ni aun en el pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de tu cámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra.
#11 Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás.
2) Reparte a siete y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra.
3) Si las nubes fueran llenas de agua, sobre la tierra la derramará; y si el árbol cayere al sur, o al norte, en el lugar que el árbol cayere, allí quedará.
4) El que al viento observa, no sembrará; y el que mira las nubes, no segará.
5) Cono tú no sabes cuál es el cambio del viento, o cómo crecen lso huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.
6) Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.
7) Suave es ciertamente la luz, y agradables a los ojos ver el sol;
8) Pero aunque un hombre viva muchos años, y en todos ellos tenga gozo, acuérdese sin embargo que los días de las tinieblas serán muchos. Todo cuanto viene es vanidad.
9) Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.
210) Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad.
#12 Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;
2) antes que se oscurecerá el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia;
3) cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas;
4) y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas;
5) cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será una carga, se perderá el apetito; porque va a su morada eterna, y los endechadores andarán a su alrededor por las calles;
6) antes que la cadena de plata se quiebra, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo;
7) y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.
8) Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.
9) Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; he hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios.
10) Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribí rectamente palabras de verdad.
11) Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor.
12) Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.
13) El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.
14) Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.
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CANTARES
#1 Cantar de los cantares, el cual es de Salomón.
2) ¡Oh, si él me besara con besos de su boca! Porque mejor son tus amores que el vino.
3) A más del olor de tus suaves ungüentos, Tu nombre es como ungüento derramado; Por eso las doncellas te aman.
4) Tráeme; en pos de ti correremos. El rey me ha metido en sus cámaras; Nos gozaremos y alegraremos en ti; Nos acordaremos en tus amores más que del vino; Con razón te aman.
5) Morena soy, oh hija de Jerusalén, pero codiciable Como las tiendas de Cedar, Como las cortinas de Salomón.
6) No reparéis en que soy morena, Porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se airaron contra mí; Me pusieron a guardar las viñas; Y mi viña, que era mía no guardé.
7) Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma, Dónde apacientas, dónde sesteas al medio día; Pues ¿por qué había de estar yo como errante Junto a los rebaños de tus compañeros?
8) Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres, Ve, sigue las huellas del rebaño, Y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.
9) A yegua de los carros de faraón Te he comprado, amiga mía.
10) Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, Tu cuello entre los collares.
11) Zarcillos de oro te haremos, Tachonados de plata.
12) Mientras el rey estaba en su reclinatorio, Mi nardo dio su olor.
13) Mi amado es para mí un manojito de mirra, Que reposa entre mis pechos.
14) Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi Es para mí mi amado.
15) He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; He aquí eres bella; tus ojos son como palomas.
16) He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce; Nuestro lecho es de flores.
17) Las vigas de nuestra casa son de cedro, Y de ciprés los artesonados.
#2 Yo soy la rosa de Sarón, Y el lirio de los valles.
2) Como el lirio entre los espinos, Así es mi amiga entre las doncellas.
3) Como el manzano entre los árboles silvestres, Así es mi amado entre los jóvenes; Bajo la sombra del seseado me senté, Y su fruto fue dulce a mi paladar.
4) Me llevo a la casa del banquete, Y su bandera sobre mí fue amor.
5) Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas; Porque estoy enferma de amor.
6) Su izquierda esté debajo de mi cabeza, Y su derecha me abrace.
7) Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén Por los corzos y por la ciervas del campo, Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera.
8) ¡La voz de mi amado! He aquí él viene Saltando sobre los montes, Brincando sobre los collados.
9) Mi amado es semejante al corzo, O al cervatillo. Helo aquí, está tras nuestra pared, Mirando por las ventanas, Atisbando por las celosías.
10) Mi amado habló, y me dijo: Levántate oh amiga mía, hermosa mía, y ven.
11) Porque he aquí ha pasado el invierno, Se ha mudado, la lluvia se fue;
12) Se han mostrado las flores de la tierra, El tiempo de la canción ha venido, Y en otro país se ha oído la voz de la tórtola.
13) La higuera ha echado los higos, Y las vides en cierne dieron olor; Levántate, oh amiga mía, hermosa mía y ven.
14) Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto.
15) Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; Porque nuestras viñas están en cierne.
16) Mi amado es mío, y yo suya; El apacienta entre lirios.
17) Hasta que apunte el día, y huyan las sombras, Vuélvete, amado mío; sé semejante al corzo, o como el cervatillo Sobre los montes de Beter.
#3 Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; Lo busqué, y no lo hallé.
2) Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por ciudad; Por las calles y por las plazas Buscaré al que ama mi alma; Lo busqué, y no lo hallé.
3) Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, Y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma?
4) Apenas hube pasado de ellos un poco, Hallé luego al que ama mi alma; Lo así, y no le dejé, Hasta que lo metí en casa de mi madre, Y en la cámara de la que me dio a luz.
5) Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, Por los corzos y por las ciervas del campo, Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera.
6) ¿Quién es ésta que sube del desierto como columna de humo, Sahumada de mirra y de incienso Y de todo polvo aromático?
7) He aquí es la litera de Salomón; Sesenta valientes la rodean, De los fuertes de Israel.
8) Todos ellos tienen espada, diestros en la guerra; Cada uno su espada sobre su muslo, Por los temores de la noche.
9) El rey Salomón se hizo una carroza De madera del Líbano.
10) Hizo sus columnas de plata, Su respaldo de oro, Su asiento de grana, Su interior recamado de amor Por las doncellas de Jerusalén.
11) Salid, oh doncellas de Sión, y ved al rey Salomón Con la corona con que le coronó su madre en el día de su desposorio, Y el día del gozo de su corazón.
#4 He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí que tú eres hermosa; Tus ojos entre tus guedejas como de paloma; Tus cabellos como manada de cabras Que se recuestan en las laderas de Galaad.
2) Tus dientes como manadas de ovejas trasquiladas, Que suben del lavadero, Todas son crías gemelas, Y ninguna entre ellas estéril.
3) Tus labios como hilo de grana, Y tu habla hermosa; Tus mejillas, como cachos de granada detrás de tu velo.
4) Tu cuello, como la torre de David, edificada para armería; Mis escudos están colgados de ella, Todos escudos de valientes.
5) Tus dos pechos, como gemelos de gacela, Que se apacientan entre lirios.
6) Hasta que apunte el día y huyan las sombras, Me iré al monte de la mirra, Y al collado del incienso.
7) Toda tú eres hermosa, amiga mía, Y en ti no hay mancha.
8) Ven conmigo desde el Líbano, oh esposa mía; Ven conmigo desde el Líbano. Mira desde la cumbre de Amana, Desde la cumbre de Senir y de Hermón, Desde las guaridas de los leones, Desde los montes de los leopardos.
9) Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; Has apresado mi corazón con uno de tus ojos, Con una gargantilla de tu cuello.
10) ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, Y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!
11) Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; Miel y leche hay debajo de tu lengua; Y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano.
12) Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía; Fuente cerrada, fuente sellada.
13) Tus renuevos son paraíso de granados, con frutos suaves, De flores de alheña y nardos;
14) Nardo y azafrán, caña aromática y canela, Con todos los árboles de incienso; Mirra y áloes, con todas las principales especias aromáticas.
15) Fuente de huertos, Pozo de aguas vivas, Que corren del Líbano.
16) Levántate, Aquilón y ven Austro; Soplad en mi huerto, despréndase tus aromas. Venga mi amado a su huerto, Y coma de su dulce fruta.
#5 Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mí; He recogido mi mirra y mis aromas; He comido mi panal y mi miel, Mi vino y mi leche he bebido. Comed, amigos; bebed en abundancia, oh amados.
2) Yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi amado que llama: Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, Porque mi cabeza está llena de rocío, Mis cabellos de las gotas de la noche.
3) Me he desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir? He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar?
4) Mi amado metió su mano por la ventanilla, Y mi corazón se conmovió dentro de mí.
5) Yo me levanté para abrir a mi amado, Y mis manos gotearon mirra, Y mis dedos mirra, que corría Sobre la manecilla del cerrojo.
6) Abrí yo a mi amado; Pero mi amado se había ido, había ya pasado; Y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; Lo llamé, y no me respondió.
7) Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; Me golpearon, me hicieron; Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.
8) Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado, Que le hagáis saber que estoy enferma de amor.
9) ¿Qué es tu amado más que otro amado, Oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué es tu amado más que otro amado, Que así nos conjuras?
10) Mi amado es blanco y rubio, Señalado entre diez mil.
11) Su cabeza como oro finísimo; Sus cabellos crespos, negros como el cuervo.
12) Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas, Que se lavan con leche, y a la perfección colocados.
13) Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; Sus labios, como lirios que destilan mirra fragante.
14) Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos; Su cuerpo, como claro marfil cubierto de zafiros.
15) Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de oro fino; Su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros.
16) Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo, Oh doncellas de Jerusalén.
#6 ¿A dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿A dónde se apartó tu amado, Y lo buscaremos contigo?
2) Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias,
Para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios.
3) Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; El apacienta entre los lirios.
4) Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa; De desear, como Jerusalén; Imponente como ejércitos en orden.
5) Aparta tus ojos de delante de mí, Porque ellos me vencieron, Tu cabello es como manada de cabras Que se recuestan en las laderas de Galaad.
6) Tus dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero, Todas son crías gemelas, Y estéril no hay entre ellas.
7) Como cachos de granada son tus mejillas Detrás de tu velo.
8) Sesenta son las reinas, ochenta las concubinas, Y las doncellas sin número;
9) Mas una es la paloma mía, la perfecta mía; Es la única de su madre, La escogida de la que la dio a luz. La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; La reinas y la concubinas, y la alabaron.
10) ¿Quién es ésta que se muestra como el alba, Hermosa como la luna, Esclarecida como el sol, Imponente como ejércitos en orden?
11) Al huerto de los nogales descendí A ver los frutos del valle, Y para ver si brotaban las vides, Si florecían los granados.
12) Antes que lo supiera, mi alma me puso Entre los carros de Aminadab.
13) Vuélvete, vuélvete, oh sulamita; Vuélvete, vuélvete, y te miraremos. ¿Qué veréis en la sulamita? Algo como la reunión de dos campamentos.
#7 ¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias, Oh hija de príncipe! Los contornos de tus muslos son como joyas, Obra de mano de excelente maestro.
2) Tu ombligo como una taza redonda Que no le falta bebida. Tu vientre como montón de trigo Cercado de lirios.
3) Tus dos pechos, como gemelos de gacela.
4) Tu cuello, como torre de marfil; Tus ojos, como los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim; Tu nariz, como la torre del Líbano, Que mira hacia Damasco.
5) Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo; Y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey Suspendida en los corredores.
6) ¡Qué hermosa eres, y cuán suave, Oh amor deleitoso!
7) Tu estatura es semejante a la palmera, Y tus pechos a los racimos.
8) Yo dije: Subiré a la palmera, Asiré sus ramas. Deja que tus pechos sean como racimos de vid, Y el olor de tu boca como manzanas,
9) Y tu paladar como el buen vivo, Que se entra a mi amado suavemente, Y hace hablar los labios de los viejos.
10) Yo soy de mi amado, Y conmigo tiene su contentamiento.
11) Ven, oh amado mío, salgamos al campo, Moremos en las aldeas.
12) Levantémonos de mañana a las viñas; Veamos si brotan la vides, si están en cierne, Si han florecido los granados; Allí te daré mis amores.
13) Las mandrágoras han dado olor, Y a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas, Nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado.
8 ¡Oh, si tú fueras como un hermano mío Que mamó los pechos de mi madre! Entonces, hallándote fuera, te besaría, Y no me menospreciarían.
2) Yo te llevaría, te metería en casa de mi madre; Tú me enseñarías, Y yo te haría beber vino Adobado del mosto de mis granadas.
3) Su izquierda esté debajo de mi cabeza, Y su derecha me abrace.
4) Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera.
5) ¿Quién es ésta que sube del desierto, Recostada sobre su amado? Debajo de un manzano te desperté; Allí tuvo tu madre dolores, Allí tuvo dolores la que dio a luz.
6) Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; Porque fuerte como la muerte es el amor; Duros como el sol los celos; Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
7) Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, De cierto lo menospreciarían.
8) Tenemos una pequeña hermana, Que no tiene pechos; ¿Qué haremos a nuestra hermana Cuando de ella se hablare?
9) Si ella es muro, Edificaremos sobre él un palacio de plata; Si fuere puerta, La guarneceremos con tablas de cedro.
10) Yo soy muro, y mis pechos como torres, Desde que fui en sus ojos como la que halla paz.
11) Salomón tuvo una viña en Baal-hamón, La cual entregó a guardas, Cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por tu fruto.
12) Mi viña, que es mía, está delante de mí; Las mil serán tuyas, oh Salomón, Y doscientas para los que guardan su fruto.
13) Oh, tú que habitas en los huertos, Los compañeros escuchan tu voz; Házmela oír.
14) Apresúrate, amado mío, Y sé semejante al corzo, o al cervatillo, Sobre las montañas de los aromas.
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